lunes, julio 04, 2022

Salto al vacío

 El otro día mi hija me dijo: cuando hablas de arte, no me interesa tanto. Pero a mí sí.

Hoy voy a hablar de una famosa foto de 1960.

Esta foto con el tiempo se ha demostrado que fue retocada. 

La foto se llama: Saltar al vacío y es una acción artística de Yves Klein, el artista que inventó y patentó un color: el azul klein IKB.

La fotografía fue realizada por Harry Shunk y Jean Kender.

Esta imagen fue concebida por Yves Klein y ejecutada por Harry Shunk y Jean Kender. La imagen fue reproducida por Klein en un periódico falso, Dimanche, con la leyenda: "¡El pintor del espacio se arroja al vacío!" La imagen fue fotografiada en 3 rue Gentil Bernard, en la esquina de Maréchal Galleri en el suburbio de Fontenay-aux-Roses, París, octubre de 1960.

En octubre de 1960, Klein contrató a los fotógrafos Harry Shunk y Jean Kender para realizar una serie de fotografías que recrearan un salto desde una ventana del segundo piso que el artista afirmaba haber realizado a principios de año. Este segundo salto se realizó desde una azotea en el suburbio parisino de Fontenay-aux-Roses. En la calle de abajo, un grupo de amigos del artista sostenía una lona para atraparlo mientras caía. Luego, se imprimieron juntos dos negativos, uno que muestra a Klein saltando y el otro la escena circundante (sin la lona), para crear una fotografía "documental" perfecta. Para completar la ilusión de que era capaz de volar, Klein distribuyó un periódico falso en los quioscos de París para conmemorar el evento. Fue en esta forma producida en masa que el gesto seminal del artista se comunicó al público y también notablemente a los Accionistas de Viena.

En el año 1960 Yves Klein divulgó una fotografía en la que se observaba al propio artista flotando en el aire, aparentemente después de haber saltado desde una ventana. El encuadre de la foto era suficientemente cuidadoso para que aparecieran tanto la ventana como el pavimento, puntos de referencia imprescindibles para completar el efecto de la imagen.

El punto de suspenso en que se encuentra la figura humana remite por igual a la ascensión que a la caída. En consecuencia, pese a la opinión generalizada, no creo que esa foto trate de convencernos solamente de que el artista saltó por la ventana, sino también de que el artista era capaz de sostener una relación armónica, e inevitablemente estética, con el aire.

Esa foto del “salto al vacío” puede ser leída como el documento de un gesto extremo de impregnación de una sensibilidad artística en el espacio. Pudiera pensarse que esa es la razón por la que la crítica y la historia del arte le han dedicado tanta atención. Sin embargo, también hay razones para sospechar que lo más atractivo para un comentario sobre la contemporaneidad de esa obra ha sido su carácter de simulacro y de espectáculo.

Yves Klein trató de hacer pasar por verídica una fotografía que resultaba de un fotomontaje. Pero además la reprodujo ampliamente y la distribuyó masiva y públicamente por medio de volantes. Para una mirada postmoderna, este conjunto de hechos es lo que constituiría realmente el gesto artístico, y ahí habría que buscar su efectividad estética. A partir de esa mirada, la foto ni siquiera estaría funcionando como documento de una obra efímera y hasta cierto punto inmaterial, puesto que dicha inmaterialidad más bien radica en el hecho de que la “obra” (el salto desde la ventana) nunca se realizó. La obra entonces consistiría en la apropiación y desdoblamiento  de un mecanismo de persuasión colectiva. Y, especialmente, en la exhibición de ese mecanismo, aun cuando dicha exhibición no fuera totalmente prevista por el artista.

El lugar que ocupa el medio fotográfico dentro de este proceso es claramente protagónico. De hecho, Yves Klein produjo una pieza que resume la relación entre la fotografía y el arte contemporáneos en el contexto de la cultura de masas. Es decir, una pieza que resume el lugar que ocupa la fotografía en el contexto del arte postmoderno y en la circunstancia de una masificación de los medios de comunicación y –sobre todo—de persuasión social.

La manipulación fotográfica es un fenómeno familiar en la era digital. Lo que es una revelación es que casi todos los tipos de manipulación que asociamos con el ahora omnipresente software Photoshop de Adobe también formaban parte del repertorio predigital de la fotografía, desde adelgazar cinturas y suavizar arrugas hasta agregar personas (o eliminarlas) de las imágenes, sin mencionar la fabricación de eventos que nunca sucedieron. De hecho, el deseo y la determinación de modificar la imagen de la cámara son tan antiguos como la fotografía misma: solo han cambiado los métodos.

Al rastrear la historia de la fotografía manipulada desde los primeros días del medio hasta el lanzamiento de Photoshop 1.0 en 1990, Mia Fineman ofrece un correctivo a la narrativa dominante del desarrollo de la fotografía, en la que los campeones de la "pureza" fotográfica, como Paul Strand, Edward Weston y Henri Cartier-Bresson obtienen toda la gloria, mientras que los devotos de la manipulación, incluidos Henry Peach Robinson, Edward Steichen y John Heartfield, son tratados como anomalías conspicuas. 

Entre las técnicas discutidas en estas páginas, abundantemente ilustradas con obras de una variedad internacional de colecciones públicas y privadas, se encuentran la exposición múltiple, la impresión combinada, el fotomontaje, el retrato compuesto, la sobrepintura, el coloreado a mano y el retoque. Las imágenes resultantes son tan diversas en estilo y motivación como en técnica.

Al ojo, hace tiempo que se le engaña.








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