miércoles, julio 20, 2022

Corazón partío

 Coge tu corazón roto y conviértelo en arte

“Coge tu corazón roto y conviértelo en arte”. Esta fue la frase con la que Meryl Streep culminó su maravilloso y rotundo discurso cuando recogió este año su merecido Globo de Oro. Fue poco más de un minuto donde las palabras se convirtieron en arte y donde cada fragmento fue como una píldora revulsiva que nos llenó de admiración.

No queremos hablar aquí sobre el verdadero propósito de dicho discurso ni de su destinatario. 

“Coge tu corazón roto y conviértelo en arte”. Esta frase, en realidad, fue un consejo que Carrie Fisher le dio a Meryl Streep hacía ya bastante tiempo.

No todo el mundo sabía que tras la imagen de la princesa Leia se escondía en realidad una mujer valiente, toda una guerrera que había hecho frente a las adicciones, a un trastorno bipolar y a una lucha continua por hacerse un hueco como guionista en Hollywood. Carrie Fisher tomó conciencia de algo que también le había enseñado su madre, la excepcional actriz y también recientemente fallecida Debbie Reynolds.

El arte, sea cual sea su forma y su canal de expresión, es un modo maravilloso de liberar emociones, de sanar corazones rotos. Y no solo eso. El arte, además, nos dignifica como personas al permitirnos dar lo mejor de nosotros mismos para compartirlo con otros.

El arte como catarsis, el arte como expresión y belleza

El discurso de Meryl Streep no buscaba solo lanzar una crítica al presidente electo sin pronunciar si quiera su nombre. Su objetivo fue profundizar sobre algo más: la crisis de valores en la que vive un país donde, por parte de un estamento determinado, se está olvidando de un aspecto muy concreto. El arte no es solo entrenimiento. El arte es cultura, es la magia de la diversidad, de la libertad y un medio donde conformar un legado de inspiración y aprendizaje común.

El arte, además, es terapia. Todos tenemos en mente más de una película y un libro que llegó hasta nosotros en el momento preciso, en el instante más necesitado. Sin embargo, muchos de nosotros no somos únicamente receptores pasivos del mundo del arte, algunos, también hacemos uso de él como medio de expresión, como catarsis y como instrumento magnífico para dar voz a nuestras emociones, para expandir nuestra libertad y a su vez, llegar a otros.

De hecho, si hay una dimensión que bombea con fuerza en el corazón de toda persona vinculada al mundo artístico, ya sea la interpretación, la música, la poesía, la pintura o la escritura es sin duda la empatía.

“El arte es la expresión del alma que desea ser escuchada”

Por ello, Meryl Streep no dudó en declarar “que se le había roto el corazón” al ver cómo el nuevo presidente de Estados Unidos se mofaba del periodista del New York Times, Serge Kovaleski, aquejado de unas deficiencias motoras a causa de una enfermedad congénita.

En realidad, tras ello, hay algo que no nos pasa desapercibido. El mundo del arte y el mundo empresarial del que procede el nuevo inquilino de la Casa Blanca proceden de dos escenarios completamente opuestos. No podemos pasar por alto que en el contexto empresarial la palabra “empatía” e “Inteligencia Emocional” se etiquetan ahora bajo el término “innovación“. Es decir, son dimensiones desconocidas y hasta no hace mucho inútiles y completamente improductivas.

Para concluir, en vista de que estamos abocados a vivir unos tiempos algo extraños, complejos y muy contradictorios, no podemos olvidar estos canales tan maravillosos y reconfortantes que nos ofrece el mundo del arte. Son un medio de expresión a la vez que de conexión con nuestras emociones y las de los demás.

El arte nos hace humanos y a su vez, crea personas extraordinarias. Como la propia Meryl Streep.

Las pinturas son del gran: #sirjoancornella, si quereís ver más, tiene cuenta en instagram.








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