miércoles, julio 13, 2022

Amigos para siempre

 Ayer leí un texto que de nuevo me hizo pensar.

También ayer comentábamos el tema de los amores, o hablaré de los desamores.

En el texto comentaba si: ¿El fin de una amistad duele tanto como perder un amor?. Es comparable?.

Puede ser que el fin de una amistad que nos era significativa duele tanto como perder un amor. Porque perdemos un soporte emocional, porque dejamos ir un pedazo de nosotros mismos que nos daba alegría, que nos confería apoyo... Dicen que no es fácil pasar página.

El fin de una amistad duele, a veces, infinitamente. Así, y aunque tengamos claro que una pareja no es lo mismo que un amigo, en realidad, perder este soporte cotidiano, esta alianza de confidencias, risas y experiencias compartidas genera un dolor muy comparable al de perder un amor. Porque si el vínculo era significativo, es casi como desprendernos de una parte de nosotros mismos.

Las personas, lo queramos o no, estamos obligadas a pasar por diversos duelos a lo largo de nuestras vidas. Y no nos referimos solo a una pérdida física, porque en realidad aquellas ausencias que se dan con mayor frecuencia son las relativas a las rupturas de pareja y, en especial, a los distanciamientos de aquellos seres importantes como son las propias amistades.

Por otro lado, algo que todos sabemos es que el ser humano está programado para socializar y empatizar, de ahí que necesitemos construir otras bases de apego diferentes a los vínculos románticos. Un amigo es apoyo de valor inestimable. Es esa relación que nos enriquece y que a su vez nos confiere una notable salud psicológica al poder crear una alianza para desahogar preocupaciones, aliviar el estrés y generar situaciones de positividad y reciprocidad.

Sin embargo, las relaciones como los huesos también se rompen. 

Ver cómo de un día para otro se aleja de nosotros esa figura que nos eran tan queridas, duele.

En ocasiones nuestra amistad “percibida” no se corresponde con la amistad “real” que siente la otra persona.

El dolor por el fin de una amistad es proporcional a lo importante que fuese la relación perdida. No importa por tanto que esa persona estuviera a nuestro lado desde la infancia o que fuera un hallazgo reciente, ese tesoro humano que de pronto, dio una nueva luz a nuestra vida y que ahora marca distancias.

Perdemos un soporte emocional. De un día para otro, se va un espacio de complicidad, así como ese refugio donde relativizar penas y compartir alegrías.

Por otro lado, hay otra fuente de dolor destacable. Hablamos de la ruptura de unas expectativas. De algún modo, solemos dar por sentadas ciertas relaciones. En ocasiones hasta damos más por afianzados los lazos de amistad que los de pareja, no los cuestionamos y creemos que son y serán siempre ese faro en el horizonte.

Asumir el fin de una amistad, si esta nos era muy significativa, implica pasar un duelo. Así, y aunque a menudo oigamos aquello de que los amigos vienen y van, en realidad, hay relaciones que dejan una huella mayor que otras. La idea, por tanto, es quedarse con todo lo vivido y aprendido, dando prioridad de memoria a los buenos momentos compartidos

No es fácil hallar a esas personas a medio camino entre un tesoro y un faro de luz. Sin embargo, las hay, están ahí, a nuestro alrededor, solo debemos permitirnos confiar de nuevo.








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