Este escrito se lo dedico a mi hermana, ya verá por qué.
Mi hermana, la que es catedrática, que es un coco, era una friki de los puzzles.
Tenía una afición bestial. Siempre estaba haciendo puzzles.
Los escogía sobre todo de dificultad extrema, un paisaje en otoño que todo eran árboles y hojas caídas, que tenía miles de marrones y que yo veía todos iguales. Decía que le tranquilizaban, a mí me pasaba al revés, me ponían de los nervios.
Cada vez iba aumentando el número de piezas, 1.000, 2.000, 3.000, 4.000 y 5.000. Ese reto le encantaba.
Ahora hay unos que son el espectro de colores, sin formas, de 4.000 piezas, supongo que con éste alucinaría.
Tenía una paciencia infinita. Debe haber distintas clases de paciencia, porque yo también tengo, pero debe ser de otra clase, porque jamás puse una pieza. A mí los puzzles no me decían nada, pero ella lo vivía con pasión.
Las cajas de puzzles se iban acumulando en casa. Ella normalmente no los enmarcaba, una vez terminados, los hacía y luego, los deshacía🤔.
Se hizo un tablero especial, enorme, para poder hacer los puzzles y así siempre lo tenía preparado.
He visto que en Wallapop venden muchos, y es curioso, uno de Klimt, de 500 piezas, vale 10€ y otro de Van Gogh exacto vale 15€. En el mundo de los puzzles pasa como en el mundo del Arte, hay autores que se cotizan más.
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