Estos días he estado viendo la película de Wong Kar Wai: Deseando amar. Estoy en un interesante grupo online: Filmin Cinefórum, y ayer la analizábamos.
Es una magnífica película y la estilizada figura de la protagonista me hizo pensar en las figuras de Lladró. No me extraña, son mis referencias, me podría haber recordado a Giacometti, pero me dió por Lladró.
Cuando yo era pequeña mi tío trabajaba en un banco y por Navidad recibía muchas cestas. En aquellas cestas, a veces, incluían una figura de Lladró. Es la experiencia que yo tenía con aquellas esculturas.
Yo me las miraba y remiraba y me entusiasmaban aquellas figuras con esmalte brillante y tonos pastel que tenían una estilización llevada al límite. Eran figuras etéreas, idealizadas, muy Lladró. Recuerdo, en especial una bailarina y un arlequín.
Lladró es una empresa de figuras y productos de porcelana española con sede en la localidad de Tabernes Blanques, Valencia, España.
La marca Lladró apareció por primera vez en 1953, cuando los hermanos Juan, José y Vicente Lladró empezaron a elaborar sus primeras piezas de cerámica y vidrio en un horno moruno construido en su casa familiar en Almácera (Valencia). En aquel momento los hermanos Lladró trabajaban por cuenta ajena en una fábrica de azulejos y vajillas. En 1958 trasladaron su empresa a una nave industrial en la población de Tabernes Blanques para poder hacer frente a la creciente demanda de sus piezas. Seguidamente, a partir de los años sesenta la empresa inició su expansión internacional, que la llevó a ser empresa de referencia en la cerámica de lujo. En 1965 Lladró exportaba parte de su producción a Canadá y empezó a introducirse en Estados Unidos. Durante los años 1970 se produjo un significativo incremento de los productos Lladró en el mercado norteamericano. También a mediados de los años setenta Lladró empezó a vender sus productos en Japón.
El éxito internacional llevó a la compañía a inaugurar, en 1988, el Museo y Galería Lladró de Nueva York. El renombre adquirido por las esculturas Lladró propició que en 1991 fuera expuesta una selección de las mismas en el Museo del Ermitage, en San Petersburgo. Desde entonces, dos piezas forman parte de la colección permanente de este museo: «Carroza siglo XVIII» y «Don Quijote». En 1992 Lladró estuvo presente en el Pabellón de Valencia en la Exposición Universal de Sevilla. En 1995 se inauguró el Centro Lladró en Madrid.
Es un caso muy curioso el de Lladró, antes era mi única experiencia con la escultura, pero si las veo ahora, veo un estilo kitsch hasta la náusea, cursilon e infantilizado, un poco lo que era el ilustrador Ferrándiz, en la época, que también tuvo un éxito fulgurante.
Una vez encontramos por ahí un oso de la firma Lladró, lo compramos y estuvo años en un cajón. Un día, mi hija decidió venderlo por Wallapop. Empezamos a recibir mensajes sin parar, haciéndonos ofertas bestiales, porque querían precisamente aquella figura que les faltaba en la colección. Una locura.
La Sociedad de Coleccionistas de Lladró fue fundada en 1985. Durante sus 15 años de existencia, contó con más de 100,000 coleccionistas de porcelanas de la marca.
Una vez encontré de segunda mano, una figura de una bailarina, similar a la que yo recordaba, la tuve sobre el aparador un tiempo, era igual a la que yo había visto de pequeña.
Ahora Lladro se ha modernizado y ha encargado figuras a diseñadores de moda, como Jaime Hayón.
Yo prefiero las antiguas.