domingo, enero 09, 2022

El Arte

 El otro día leí en un grupo de fb que se llama: 3 minutos de arte, una pregunta que me hizo pensar mucho. Ellos plantean cuestiones interesantes de una forma breve pero muy didáctica de temas relacionados con el arte, movimientos o artistas.

En este caso la pregunta era: ¿Para qué sirve el Arte?. Me pareció muy interesante plantear algo así. ¿Los artistas producen impulsados por su vocación, luego la gente va a los museos, pero, si lo pensamos bien, por qué lo hacemos todos? Sirve para algo?.

En este grupo daban la siguiente respuesta:

Como todos sabemos, los seres humanos somos seres racionales. Seres que a partir del primer asombro empezamos a buscar explicaciones.

En esa carrera de racionalidad, los seres humanos llegamos ineludiblemente a la certeza que aplasta todas las demás certezas: la certeza de que todo se termina.

Y entonces nace la angustia existencial. Nos paramos delante del vacío. La vida no sirve para nada, no tiene sentido, y encima dura un instante.

Entonces ahí surge la humanidad que nos hace humanos: la necesidad de resignificar la vida. Darle un nuevo significado al existir, darle un nuevo sentido. Pero como no es posible darle un sentido racional, tenemos que darle un sentido distinto: un sentido irracional, solo poético.

Los seres humanos, además de ser racionales, somos los únicos seres que hemos desarrollado una sensibilidad especial que nos sirve para reinventarnos el universo. Esa sensibilidad es la visión poética.

La mirada poética es esa sensibilidad que nos permite volver al asombro original, a la maravilla de las preguntas que no necesitan respuestas a cambio.

Nos permite volver a la irracionalidad, al misterio, a la magia, a la belleza de la imperfección a la belleza de la ineficiencia, a la belleza de lo ilógico. 

Nos permite practicar el elogio del tiempo sin medida, sin eficiencia, el tiempo utilizado en ser y no en producir.

Esa sensibilidad o mirada poética suele nacer, alimentarse y crecer en el arte.

Y entonces están los artistas, para recordarnos nuestra cita con nuestro lado humano, sensible. Nuestro lado poco sensato. 

Están ahí para prestarnos sus ojos un ratito, y para que así alimentemos nuestra mirada poética con nuevas bellezas y nuevas maneras de mirar. 

Están ahí para sensibilizar y provocar esa mirada: para que ella se lance también por sí misma a descubrir nuevas verdades, a descubrir otros universos posibles.

Y también están ahí para recordarnos que nuestra responsabilidad más grande no es ayudar a construir un mundo más evolucionado y eficiente, sino defender y ennoblecer hasta el último momento la mágica, misteriosa, ineficiente y poco sensata humanidad del ser humano.

Me parece una buena explicación de algo que no la tiene.


Foto de Josep Maria Cortina.






No hay comentarios: