En el año 2003, fuimos a Málaga. Yo exponía mi serie Intimacy (100 obras) que me había comprado el coleccionista Enrique Ordóñez. La exposición era una iniciativa suya. Él tenía una ayudante "difícil". Al llegar a la sala de exposición, las obras estaban colocadas en el suelo, aún sin montar, yo había hecho los planos de cómo iban montadas. Yo empecé a mirarlas porque era la primera vez que las veía físicamente y ella me dijo: no se te ocurra tocarlas, el seguro no lo cubre, ejem...
Se hizo la exposición y todo bien. Siempre había problemas porque ella era feminista, yo iba con Víctor, vegana, feng sui y un poco rara. Compartíamos el hotel y desayunábamos juntos los tres.
Aunque había cosas por allí, esos días se inauguró el nuevo Museo de Arte Contemporáneo y nos encontramos allí con Plensa y hubo una gran fiesta, en una especie de cortijo.
Un día, por la noche, después de ir de tapas nos metimos en un cine. Daban El Pianista de Polanski. El que vendía las entradas estaba cenando, se comía un huevo duro.
Entramos en una sala de cine inmensa y no había nadie, éramos los únicos espectadores. La sala estaba hecha polvo. Había asientos, a los que literalmente les habían arrancado el respaldo de una patada.
Y la película, Polanski, el guetto de Varsovia ocupado por los nazis. Salimos de allí transtornados, entre la peli y lo cutre del cine.
La película muy buena, Polanski nos encanta, pero además dura 2 horas y media.
Nunca se nos olvidará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario