Cuando estábamos en segundo o tercero de Diseño de Interiores de la Massana, un día se nos ocurrió ir el fin de semana a Cadaqués.
En el grupo, había gente muy fina y sabían que Cadaqués era muy bonito.
Íbamos 6 o 7, (también se apuntó mi hermana y una amiga suya) en dos coches. Jordi se había comprado un cochecito y el otro coche era de otro compañero de clase, él estudiaba diseño industrial, pero teníamos muchas asignaturas comunes.
A éste compañero le llamábamos: Moreno, no sé más, siempre nos dirigíamos a él así. Era un tipo peculiar, llevaba una gran melena y era bastante raro pero creativo.
El trabajaba por las mañanas en la FECSA, que era una empresa pública de electricidad. Resulta que el carnet se lo había sacado en horas de trabajo. Es más, por la tarde antes de ir a la escuela fichaba en la FECSA y al salir de la escuela volvía a fichar, como si se hubiera pasado toda la tarde trabajando en la empresa. Y él siempre aparcaba su coche allí, era su parking particular.
En aquella época las empresas públicas eran un desmadre, él hacía fotocopias para todos, allí. Nuestro amigo explicaba que aquel comportamiento lo patrictaba hasta el director general por lo tanto, ningún problema.
El coche se lo habían regalado, era un 2 caballos, ya podéis imaginar, en que estado se encontraba. Tenía algún problema con el tubo de escape, pero en la escuela habíamos hecho un curso de fibra de vidrio y con eso lo arregló.
Salimos por la tarde del viernes camino a Cadaqués, yo iba en el maravilloso coche. A medio camino, la fibra de vidrio del tubo de escape se empezó a calentar y empezó a echar humo. Paramos un rato. Pero al poco rato pasó igual. Bueno, el viaje fue una odisea, por aquellas curvas de Cadaqués y de noche. Además el motor también se calentaba, la aguja marcaba rojo.
Llegamos a las tantas al camping.
Al día siguiente, al levantarnos fui a ver el mar y recuerdo haber visto uno de los sitios más bonitos que he visto en mi vida. Era Port Lligat, donde vivía Dalí.
Otro día de los que estábamos allí fuimos a bañarnos a una cala. Estuvimos toda la mañana, comimos allí y a la hora de volver a las 5 de la tarde, el coche fantástico no arrancaba.
Como teníamos dos coches, unos cuantos se fueron al pueblo a buscar ayuda. Los demás nos quedamos en la cala. Hacía un calor asfixiante y nos quedamos sin agua. Ellos tardaron una eternidad, nosotros rojos como cangrejos y sedientos como Robinson Crusoe.
No me acuerdo como acabó la historia, pero ahora estoy en la chaise longue de mi casa escribiendo esto o sea que volvimos.
NUNCA MAIS!😳
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