jueves, junio 23, 2022

Rossy de Palma

 Hoy tal como le prometí ayer a #Mattamatt, hablaremos de #rossydepalma , lo siento para los que no les vaya el tema de la movida, porque hay ración doble.

De entrada, cuando escogía las fotos para el reportaje, he visto que tiene muchas y muy buenas. Ha trabajado con los mejores fotógrafos: #outomuro, #garciaalix, #herbrrits, ha sido la editora invitada del mes de mayo en la revista #harpersbaazar, ha posado con joyas de #elsaperetti para #tyfanys, ha sido modelo para #jeanpaulgaultier y #alexandermcqueen, por supuesto, es actriz y ha trabajado para #pedro.

Es la única persona que conozco a que le quede bien una maquina de coser en la cabeza, o un pedrusco o el tubo del extractor de la cocina.

Con esa cara, entre fea y guapa, con una nariz imposible, que otras seguro se operarían corriendo. Ella tiene unas dotes extraordinarias para la dramatización. Como diría #Rosalía: "Yo me transformo". 

Y es que en sus fotos tiene ese aire de pirada que sólo se da en personas y en momentos que tienen ese don artístico, para transitar por un momento la locura y dejarnos estampas maravillosas.

Me recuerda un poco a #Amywhinehouse y mucho a #Picasso, a #lesdemoissellesdavignon y al #arteafricano.

#Pedroalmodovar dice de ella: "El triunfo de Rossy es un triunfo de la voluntad, la inteligencia y el tesón. Ella se sabía original desde niña y fue construyéndose una armadura para luchar contra todo tipo de adversarios, el principal todos, el mal gusto el gusto convencional. Y a la chita callando ha aprendido a moverse como pez en el agua, en el mundo de  la interpretación, y ha desarrollado todas las fantasías con las con las que esa niña mallorquina de los 70 había soñado. Es nuestra Pin-Up internacional. Disfrutemos de una Rossy en su momento de máximo esplendor. #PedroAlmodóvar 

#harpersbazaares  le responde: Maestra, musa, madre, actriz y todo un torbellino creativo, amiga. Rossy de Palma ahora se convierte en editora invitada del número de mayo de Harper's Bazaar. Rossy de Palma se ha labrado a lo largo de los años una carrera multidisciplinar que la ha convertido en un autentico Patrimonio Cultural que traspasa fronteras. En este número, dedicado al poder creativo de la rosa, Rossy inunda cada espacio en blanco con una llamada a su mundo, a sus inspiraciones y a su compromiso con la diversidad cultural. Todo un logro, tan audaz como ella, que hace de cada página una inspiración. El ARTE y el LUJO de ser una misma. Harper's  Bazaar hicieron cuatro portadas diferentes para éste número.

En Kika (Pedro Almodóvar, 1993), la protagonista (Verónica Forqué) le dice a su asistenta, interpretada por Rossy de Palma: “Mírate, Juana, si fueras menos cardo, ahora que se llevan las caras raras, hasta podrías ser modelo”. Dentro de la película era un insulto ingenuo; fuera de ella, un guiño al fenómeno de la actriz.

Almodóvar la vio y la fichó para su siguiente película, La ley del deseo, en un pequeño papel de reportera. “No la toquéis”, indicó el director a su equipo de estilistas, “Dejad que se maquille, se peine y se vista como ella quiera”. Cuando Jean-Paul Gaultier vio la película, la llamó inmediatamente para pedirle que posase para él.

La actriz ha hecho personajes muy diversos que, sin embargo, el público tiende a percibir como distintas reformulaciones de Elena Rosa García Echave, es decir, Rossy de Palma. Por eso más que actriz versátil, se la considera estrella: en casi todas sus películas, el espectador ve a Rossy de Palma haciendo una performance. Ella a eso lo llama “enriquecer el guión”. “Yo no soy una actriz-actriz vocacional, soy una artista... poeta, performance, escribo, compongo, hago artes plásticas... soy artesana antes que artista. No tengo idealizado lo de ser actriz, si no ruedo no me siento infeliz. Lo que no me gustaba es que a veces me llamaban para utilizar mi físico peyorativamente. Pero no me lo tomaba como una ofensa personal, sino como un prejuicio en la mirada del otro”, asegura.

Definir la belleza de Rossy de Palma como picassiana o –como decía Almodóvar– cubista se acabó convirtiendo en un cliché durante los noventa. Ella suele bromear con que su nariz se empezó a independizar de su cara en el colegio. Cuando se pone seria, especula con que la asimetría “de señorita de Avignon” de su rostro se debe a alguna parálisis facial que debió de sufrir en el útero materno. De adolescente se tapaba en todas las fotos, pero cuando empezó a moverse por círculos artísticos en el Madrid de los ochenta descubrió su fotogenia. “La gente se reía de mi nariz y yo siempre he dicho que para mí ha sido un escudo maravilloso: mientras la gente se quedaba en la nariz, yo empezaba a analizar por qué te juzgan por un rasgo que no has elegido. La raza, la constitución... Me dio una complejidad psicológica muy interesante. Mira, ayer puse una foto en Instagram que es una de las más populares, soy yo de niña en el gallinero de mi madre. Y ya tenía una cosa agraciada al posar. Y eso que era una niña y no era consciente de mí misma”, recuerda.

De Palma considera Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar, 1989) su primer gran personaje, de ahí su disgusto cuando se enteró de que iba a pasarse la película inconsciente por beber accidentalmente un gazpacho con orfidales. Le insistió tanto a Almodóvar que a este se le ocurrió una trama onírica: tendría un orgasmo en sueños y se despertaría habiendo perdido la virginidad. Cuando la película fue nominada al Oscar, el equipo viajó a Los Ángeles como una troupe de comediantes. A medio camino entre el sainete de pueblo y el glamur de la alfombra roja. Folclórico y chic, español y mundial.

Con Madres paralelas, se convierte en la actriz que más años lleva trabajando con Pedro Almodóvar (solo superada por Banderas) y la única que ha aparecido en todas las etapas de la filmografía del cineasta. “De Palma es una de las actrices que aparecen una y otra vez en el cine de Almodóvar. Ver envejecer a estas mujeres través de sus películas añade profundidad al retrato femenino”, escribió Julie Bloom en The New York Times con motivo del estreno de Julieta en 2016.

“Mi nariz me ha dado complejidad. La gente se reía de ella y yo, mientras, analizaba por qué juzgaban”.









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