El proyecto seguía avanzando. Ya teníamos solucionado el sistema para conseguir ampliar las imágenes y adaptarlas a la medida de los mosaicos.
Se hicieron decenas de variaciones para cada imagen, a veces el alumno quería retocarlo y otras veces había que adaptar la imagen a la disponibilidad de los colores y también a su precio.
Cada imagen tenía una carta de color de los mosaicos diferente.
Los alumnos trabajaban en unas bandejas que nos proporcionó la empresa de mosaicos, que estaba en el País Vasco.
Se ampliaron las imágenes y se cuadricularon a la medida de las bandejas, cada cuadrícula tenía una numeración y su posterior colocación empezaba en el centro de la pared e iba desarrollándose hacia los extremos. Era importante que no hubiera ningún fallo en el orden de colocación.
Había que colocar cada pequeño mosaico en la bandeja y tenía que ser del color correcto. Luego a esas bandejas se les pegaba un papel marrón encima y el obrero las colocaba en la pared en el lugar que correspondía. El obrero que las colocaba era un obrero del ajuntament especializado en la colocación de mosaicos.
La imagen que enseñé ayer tenía 140 bandejas.
Cada noche, mi compañera y yo nos escribíamos para comentar los detalles del proyecto.
Continuará...
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