La Montserrat Palou, la madre de Víctor, cada año me pedía una foto de mi hija por navidad.
Por ésta época, ya empezábamos a prepararlas. Yo ya tenía un sitio que entraba luz natural y sabía que allí quedaban bien.
Mi hija normalmente protestaba, le parecía un rollo.
Además las fotos de retrato tienen sus normas. Normalmente hay que tirar muchas, pero eso en la época digital, no hay problema. Al principio el modelo esta tenso y las poses no quedan bien. Después de un rato de estar tirando fotos, el modelo se va relajando y es cuando empiezan a salir fotos aprovechables. La verdad es que de algunas tiraba decenas, otras fue más rápido.
Hoy en día me alegro de haberlas hecho, porque así tengo como una colección de fotos bien hechas, de otro modo, no las hubiera hecho.
Siempre las tiraba con la cámara buena, con la Nikon, aunque el móvil haga maravillas, la otra cámara te sitúa en un contexto diferente, sólo te dedicas a hacer fotos, col el móvil haces mil cosas a la vez.
El día de Nochebuena, siempre se la daba con un marco sencillo. En la mesa del comedor siempre las veía.
Un día, pensamos hacer fotos años cincuenta, pero mi hija se rebotó y empezó a hacer el tonto. Intenté comprarla ofreciéndole cosas, pero cada vez la cosa fue peor y la foto, ya veis lo que salió, ella riéndose de mi.
Ya era mas mayor y empezó a pasar de las fotos.
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