En la Massana, tenía una compañera que me explicaba que cuando iba al colegio tenía una profesora que odiaba las mandarinas.
Siempre detectaba por el olor que queda en las manos, por mucho que las laves, el olor que queda cuando pelas una. Su madre no les hacía caso y les obligaba a comerlas y cuando llegaban a clase la profesora decía: QUIEN HA COMIDO MANDARINAS???, y a la que las había comido, las castigaba.
Antes, todo era un absurdo, la gente en general estaba de mal humor, supongo que por la situación del país, del franquismo, etc...
Hace días vi una película: Las niñas, y me recordó tanto todo aquel tiempo, tan pegajoso, tan aburrido y tan cutre.
La película refleja exactamente todo aquel mundo de los colegios de monjas al que yo fui y por eso no me gustó un pelo.
El ejemplo de la mandarina es un detalle tonto de como se hacían las cosas, arbitrariamente, sin sentido, era para volverte loco.
Mi hermana mayor explica que el primer día de clase en el colegio de monjas, a la hora del recreo tenía que comerse un croissant que había llevado, pero con los nervios no le entraba. Una monja le dijo: Quieres que te traiga una escoba a ver si te entra?.
Como se puede ser tan cruel y desconsiderado, hoy, de nuevo sería motivo de sanción.
Menos mal, que todo ha cambiado para bien.
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