El 47

 En el aquagym al que voy cada día, tengo una amiga, muy amiga, y su marido es conductor de #autobús en #Barcelona.

La Isa, que así se llama mi amiga, es dulce, encantadora y está siempre preocupada por todas.

A mí me hizo gracia que su marido fuera conductor de autobús, porque mi abuelo había sido tranviario y luego jefe de tranvías en Barcelona.

Comentamos la coincidencia y algunos días me dice si su marido trabaja ese día o no, porque tienen unos horarios muy particulares. No trabajan con un horario fijo, todos los días de la semana.

Trabajan quizás tres días y luego descansan dos o tres días más.

Un día, a mi amiga le comenté que había visto la película "#El47"; le dije que a mí me había gustado mucho.

A Isa le comenté que a ellos seguramente también les gustaría, por el trabajo que hace él. Me dijo que se lo diría a su marido y luego un día fueron a ver la película.

Más tarde, estuvimos hablando de detalles de la película y de lo que pensó su marido cuando la vio.

Yo no recuerdo nada del trabajo de mi abuelo porque él se jubiló cuando yo tenía un año.

Mientras trabajó en tranvías, vivíamos en las cocheras de tranvías, en una casa enorme que había en la calle Vilamarí, en Barcelona.

Al jubilarse, tuvimos que dejar aquella casa y fue cuando nos fuimos a vivir a un piso en el barrio de la #SagradaFamilia, donde aún vive mi hermana.

Todo lo que sé del trabajo de mi abuelo es por comentarios que he ido oyendo.

Cuando mi abuelo dejó el trabajo, nosotros aún éramos pequeños; en verano, cada día nos llevaba a un sitio de Barcelona.

En el tranvía o en el autobús nunca pagábamos porque mi abuelo conocía a los empleados con los que se iba encontrando.

Se acordaba de los nombres de todos. Incluso en casa podía recordar los números que tenía cada uno de ellos.

Tenía una memoria prodigiosa; antes había que saberse los teléfonos de cada casa y él se los sabía todos de memoria, no le hacía falta papel.

En la foto que veis debía tener 90 años; vivió 94 y no recuerdo que nunca fuera al médico.