¿Eres feliz con la vida que llevas?
Descubrir nuestro momento interior no siempre es una tarea sencilla. Y el primer obstáculo lo encontramos en no hacernos a menudo algunas preguntas simples que nos ayuden a comprobar el grado de satisfacción que tenemos con nuestras vidas.
La felicidad plena no es un estado, sino más bien un camino y es ese camino el que queremos revisar hoy. Estar feliz con la vida que uno lleva implica momentos de alegría, por supuesto, pero tiene más que ver con lo dinámico que con lo estático, porque en el movimiento es donde nos conjugamos.
Levantarnos cada mañana con planes e improvisaciones e irnos a dormir con la satisfacción de otro día bien empleado, en vez de con aquella común de cerrar una día más. Ese tipo de felicidad que se cocina dentro de uno una euforia calmada, del saber interno de que las cosas marchan, a mayor o menor ritmo, pero funcionan.
No siempre somos conscientes de nuestro estado interno. Saber si uno está feliz con la vida que lleva pasa por hacerse varias preguntas y responderlas con sinceridad. Es como hacerle una revisión al coche. De vez en cuando conviene testar nuestro momento emocional para reforzarnos por ello y para regular las velas de nuestro barco de la vida si en algún aspecto estamos un poco a la deriva.
¿Cuántas veces te ves quejándote de tu vida?
Esta es una de las preguntas más importantes que podemos hacernos con cierta frecuencia. No se trata solo de evitar la queja, se trata de averiguar el porqué de una queja que se reitera a menudo. Si está situación se repite es fácil que hayas caído en un bucle.
Las quejas tienen su raíz en una frustración, un malestar o un daño percibido. Utilizamos la queja como forma de liberar tensión, pero debemos saber que lejos de aliviar dicha tensión la queja nos está obligando a enfocarnos en el aspecto negativo del hecho en cuestión.
El bucle de la queja tiene dos salidas: o lo acepto o hago algo para salir de la situación. A veces ni siquiera la segunda salida está disponible. Si la única opción es aceptarlo, analiza el asunto, saca una lección y concéntrate en otra cosa lo antes posible.
¿Tienes a las personas correctas a tu alrededor?
Esta es una pregunta difícil, porque no todas las personas que tenemos alrededor han sido elegidas por nosotros. Obviamente, en entornos laborales o familiares no siempre vamos a encontrar o van a existir esas personas que puedan aportarnos y podamos aportar.
Aprender a crear filtros emocionales con las personas tóxicas es un paso importante. Aprender a ver a los demás en la medida que nos afectan emocionalmente es un ejercicio muy saludable que nos ayuda a relacionarnos con ellas sin que nos afecte negativamente. Simplemente aceptar que no son las personas adecuadas para ti.
Atraer a las personas correctas a tu vida o cuidar a las que ya están ahí es igual de importante. Las personas que nos hacen sentir bien son aquellas con las que podemos ser nosotros mismos sin requerir de ningún tipo de máscara. Son las personas que te apoyan en lo que haces o decides y con las que te encanta pasar el tiempo.
¿Cuáles son los placeres de tu vida actual de los que realmente disfrutas?
A veces, nos dejamos llevar por el recuerdo de momentos felices del pasado. O nos trasladamos fácilmente al mundo imaginario del futuro. Pero hay muchas cosas que nuestro presente nos ofrece para disfrutar plenamente de pequeños placeres que son los que crean recuerdos para el futuro.
Sumergirse en la lectura de un buen libro, pasar una tarde entera cocinando, salir a dar un largo paseo y absorber todos los detalles o sentarnos a ver esa película que tenemos en mente. Para cada cual los momentos placenteros son diferentes y por eso es importante reconocer los propios. Hacer recuento de esos momentos te ayudará a identificar hasta qué punto te sientes feliz con la vida que llevas.
Realizar cualquiera de las actividades que nos hacen sentir bien, evitando quedar atrapados en los problemas o los obstáculos que tengamos en otras facetas de la vida, es un buen punto cardinal para orientarnos.
La sonrisa interior tiene poco que ver con el optimismo. Las personas que sonríen sin motivo lo hacen porque llevan la felicidad dentro. Una alegría que deriva de la paz interior. Saben que no son perfectas, que dan lo mejor de sí mismos, no le tienen miedo a la soledad, no se comparan con los demás y por encima de todo son ellas mismas.
Las fotografias son de: #gerarduferas y tiene cuenta en instagram.
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