Hoy vamos a hablar de una chorrada artística.
A mí me gustan estas cosas, se que hay personas que a esto no le dan valor, pero a mí me encantan, me abren horizontes y me liberan la mente, que en estos tiempos que corren, va de perlas.
#TimKnowles, británico, 1969. Es un artista que coloca diversos útiles de dibujo, como pueden ser: lápices, rotuladores o pinceles. Los pone con cinta de carrocero en las ramas de los árboles y espera que haga viento.
El viento va moviendo las ramas y los dibujos se hacen solos. Él tiene que colocar los artilugios, esperar y al cabo de un rato, voilà, las obras están hechas.
Las obras que aquí se ven son de una serie producida por árboles, la mayoría de los cuales están ubicados en las áreas de Borrowdale y Buttermere del Distrito de los Lagos de Inglaterra.
"Adjunto bolígrafos de dibujo a ramas de árbol y luego coloco hojas de papel de tal manera que se registran los movimientos naturales de los árboles, así como sus momentos de quietud. Como firmas, cada dibujo revela algo sobre las diferentes cualidades y características de los distintos árboles que se mecen con la brisa: la línea relajada y fluida de un roble; el toque delicado y tentativo de un alerce; los arañazos rígidos y ligeramente neuróticos de un espino."
Cosas raras en el mundo del arte se hacen muchas. Yo, una vez cursé un máster, y la profesora (artista) que era una iluminada y muy antipática, nos pasaba videos.
Uno de ellos, que era de un artista famosísimo, consistía en la grabación, en blanco y negro, para que fuera más sofis, de la vista de un árbol, bastante grande, en un día que había cero viento.
La peliculita, video, grabación, obra de arte o chorrada duraba 15 minutos.
Estabas viendo en una pantalla la visión de un árbol y aunque se suponía que se iba a mover alguna hojita, allí no pasaba nada.
A mí en momentos de nerviosismo extremo, en los que te parece que estás atrapado en una situación sin salida, me da por reír, me da un ataque de risa y en aquella ocasión me dio.
Hasta aquí el tema arte raro.
Una vez iba con mis hermanas de compras, buscando ropa. Entramos en una tienda más o menos pequeña, no como Zara, más pequeña, yo al primer vistazo ya vi que aquello era un cutrerio. La vendedora empezó a sacarnos cosas intentando enchufarnos algo. Y también me pasó, ante la imposibilidad de salir corriendo de allí y la insistencia de la vendedora que no se enteraba, me volvió a dar mi típico ataque de risa, que suele ser muy incómodo porque mis hermanas ya me conocen.
En otra ocasión, yo estaba en un esplai de verano con niños. Fuimos a visitar un monasterio importantísimo: Santes Creus o algo así. Estábamos sentados en los bancos, como si rezáramos y de repente aparece, en el altar la señora de la limpieza, con el plumero, la fregona y el spray Pronto. El contraste entre la solemnidad de aquel sitio y la tranquilidad con que aquella mujer hacía su trabajo, ajena a nosotros, también me provocó el famoso ataque.
En otra ocasión, fuimos a un restaurante 2 estrellas michelin. Había un plato del tamaño de un dedal, el dedal era comestible, de galleta o algo así y dentro había: Pato con peras. El maitre o lo que fuera, nos pegó un rollo de aquí te espero de 7 minutos y yo delante de aquella situación tan ridícula, también me dio mi famoso ataque de risa.
A veces, no hace falta, ver una peli, ir al teatro o al circo, porque la vida está llena de situaciones típicas de Billy Wilder.
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